Cuando vimos el número 815 de Main Street, nos emocionó su ubicación, justo enfrente, simbólicamente, del Museo Barnum: un lugar de recuerdos y maravillas de la infancia. El interior parecía cavernoso, con conductos de aire acondicionado colgantes y poco atractivos, y restos de lo que antes eran oficinas. Existía una preocupación por la acústica: la necesidad de crear una sensación de tranquilidad e intimidad para conversaciones animadas y encuentros románticos susurrados. Pero el potencial era evidente: el reto del lienzo en blanco. Desde el principio, nos comprometimos a mantener la integridad arquitectónica del espacio: amplio y abierto. Las cenas en el patio se realizarían en un jardín, un tema central que se reiteraba en el interior. Queríamos que el interior reflejara una sensación surrealista, como caminar por un sueño maravilloso. En este contexto, la cocina cuenta con equipos de última generación y sistemas de comunicación computarizados al servicio de una cocina fresca, suntuosa, tradicional pero creativa. Nuestro objetivo: un ambiente de calidez y civilidad para acompañar el placer de la mejor comida posible en un restaurante accesible, familiar y asequible en nuestro propio centro de Bridgeport.