Un jardín sensorial contiene muchas cosas para saborear, tocar, saborear, ver y oler, pero el crecimiento cognitivo se enriquece cuando el aprendizaje experiencial y el pensamiento se vuelven parte de la experiencia. Cognición significa adquirir conocimiento a través de los sentidos, la experiencia y el pensamiento. Un jardín cognitivo fomenta el aprendizaje a través de estos tres procesos mientras expone a las personas a la naturaleza. Si bien los beneficios de la naturaleza se extienden a todas las edades, los niños pequeños aprenden principalmente a través de sus sentidos y cuanto más ricas son esas experiencias, más compleja se vuelve su estructura cerebral. La naturaleza ofrece una variedad de experiencias sensoriales si los niños tienen la capacidad de sumergirse y explorar.
La asunción de riesgos también es necesaria para el desarrollo. Este jardín ofrece un lugar seguro para que los niños se desafíen a sí mismos (¡quiero escalar esa roca!), evalúen los riesgos (no parece tan alto) y desarrollen la respuesta adecuada (tal vez suba un poco más y mira cómo me siento). Este tipo de actividades ayudan a los niños a comprender sus límites físicos, pero también a desarrollar su autoestima y confianza a través de sus éxitos al conquistar una colina o escalar una roca.